El Carpio es un bello pueblo cordobés de 4.500 habitantes (INE2016), residiendo la mayoría en el núcleo histórico y con dos barriadas (Maruanas y San Antonio). Este municipio se encuentra situado en una pequeña colina desde donde se divisa la sierra, el valle y la campiña. Dista más de 30 km de la capital cordobesa.

Su extensión superficial es de 47 km²  y tiene una densidad de 97,5 habitante/km². Está situado al este de la provincia, desde las estribaciones de Sierra Morena hasta el Guadalquivir, en un paisaje de fértiles tierras de olivos, vega y de cultivos herbáceos.

Aunque la actual villa de El Carpio se fundó en el siglo XIV, sus tierras estuvieron pobladas en época ibera. Posteriormente se ubicaría en ellas durante la época musulmana de la población de Alcocer (árabe alQusayr, el palacete: alcázar pequeño). Pertenecía a ésta a la cora de Córdoba, siendo citada como uno de los distritos del reino cordobés en el siglo XII. Fue conquistado por Fernando III en 1240, siendo posteriormente donada su villa y fortaleza al Concejo de Córdoba (1245) y delimitados los términos de su feligresía (1260).

Parte de su término fue repartido entre varios miembros de la familia que colaboró en su reconquista: los Meléndez o Méndez de Sotomayor. Uno de los descendientes de esta familia, Garci Méndez de Sotomayor, logra reunir en su poder en el siglo XIV los donadíos repartidos por Fernando III, mandando construir en ellos una torre-fortaleza alrededor de la cual surgió la población de El Carpio, dándose como fecha de su fundación el año en que se terminó la construcción de aquella (1325).

A lo largo de la edad moderna, la villa de El Carpio se erige en el centro de uno de los señoríos más importantes en tierras cordobesas. Los Méndez de Sotomayor se vincularon en 1472 con la casa de Haro. En 1549 alcanza la categoría de Marquesado, y a partir de 1559 extiende su jurisdicción a los pueblos vecinos de Pedro Abad y Adamuz. En 1660 y 1747 quedaron sometidas a su jurisdicción las Siete Villas de los Pedroches. Este fenómeno refleja el poderío que llegó a alcanzar la Casa de Haro, casa que en 1688 se unió con la de Alba, que actualmente conserva importantes posesiones.

La economía de este municipio está basada, a partes prácticamente iguales en la agricultura (cultivos de cereales, girasol, algodón, olivar…), la industria, cabe destacar la apuesta por las energías renovables, en este sentido se ha construido un campo de fotovoltaicas que ocupan más de sesenta hectáreas y plantas termosolares, lo que supone un ejemplo para el resto de municipios de la comarca, en cuanto a integración de las energías renovables como base de un desarrollo económico sostenible y responsable, también destaca el sector de la madera, en pequeños y medianos talleres de fabricación de muebles, sobre todo de cocina, y de complementos de éstos; también existen talleres electromecánicos y un cierto desarrollo del pequeño comercio.