Municipio situado al este de la provincia deCórdoba. La mayor parte del mismo se sitúa en la falda de Sierra Morena, haciendo el rí­o Guadalquivir de frontera con la campiña. Son, por tanto, la sierra, el rí­o y la campiña los tres elementos que determinan el paisaje.

La primera forma parte del Parque Natural de la Sierra Cardeña y Montoro, y en ella podemos encontrar una vegetación de encinas, acebuches, pino piñonero, marí­timo y una población de roble melojo, rara en Andalucí­a. Es también una zona de gran valor fauní­stico y cinegético y ganadero. El segundo, que circunda el pueblo, es el eje del paisaje, de la vida y de la historia del mismo; por la belleza del meandro se le conoce también como el Toledo Andaluz. Desde el año 2013 el meandro del río Guadalquivir a su paso por Montoro cuenta con la categoría de Monumento Natural, el río forma una curvatura muy acusada, que se encajona en los materiales paleozóicos de las estribaciones de Sierra Morena, lo que representa uno de los mejores ejemplos de meandro epigénico a escala nacional. La tercera, poblada de olivos, nos sitúa en un entorno propiamente cordobés.

Entre el valle del Guadalquivir y la campiña, y a los pies de Sierra Morena, Montoro es una ciudad de contrastes, de orígenes que se remontan a la prehistoria y un presente que se incorpora a la modernidad.

Los primeros asentamientos prehistóricos en el municipio datan del Paleolítico Medio y en el Bronce Final se constata la existencia de un núcleo ibérico. Fenicios, griegos y cartaginenses estuvieron en la antigua Epora (Montoro), pero son los romanos quienes le darán mayor esplendor.

Tras la Segunda Guerra Púnica, Roma otorga a Epora la condición de “civitas” de la Bética junto con Gades, mostrando así la importancia de este núcleo ubicado junto a la Vía Augusta.

Con la denominación de Epora, la ciudad adquirió una gran importancia y esplendor durante la dominación romana. Junto con Gades, fue uno de los municipios de las Béticas confederadas de Roma, con grandes vestigios como la “Thocarata”, que se exhibe en el museo municipal. 

Ocupada por los musulmanes, y dada la importancia estratégica de su situación, es rápida y sólidamente fortificado por éstos, manteniéndose en sus manos hasta la primera toma que de ella hace el rey Alfonso VII en 1.146. Tras sucesivas alternancias de su posesión es conquistada definitivamente por Fernando III en 1.240.

Perteneciendo a la jurisdicción de Córdoba y habiendo sido señorí­o con anterioridad, a mediados del siglo XVII, Montoro intenta comprar su jurisdicción a la Corona, lo cual se ve frustrado por la falta de medios para efectuar el pago.

En 1.658 es adquirida su jurisdicción y señorí­o por don Luis Méndez de Haro y Sotomayor, marqués de El Carpio y conde- duque de Olivares. Pocos años después es creado el Ducado de Montoro que se funde con el Marquesado de El Carpio pasando posteriormente a pertenecer a la Casa de Alba, en manos de la cual permanecerá hasta la supresión de los señorí­os en que recuperará su jurisdicción.

Por su valeroso comportamiento frente al invasor francés en 1.808, se le otorga el tí­tulo de "Ciudad Leal, Noble y Patriótica". En 1969 como reconocimiento a sus valores arquitectónicos, fue declarada Conjunto Histórico-Artístico.

Su base económica es el cultivo del olivar, fuente de riqueza y empleo. Almazaras producen un aceite de alta calidad llegando a conseguir la Denominación de Origen Montoro-Adamuz que ampara aceites de esta comarca a nivel internacional. También se dan otros cultivos en su zona de campiña como los cereales. Otras industrias de menor dimensión pero de raigambre e incluso fama, son la fabricación de mazapanes, la artesanía en cuero y la forja artística.

Su riqueza histórico-artística, con un trazado urbano formado por bellas y empinadas calles, así como su ubicación en las proximidades del parque natural, impulsan el desarrollo del sector turístico de interior.